<$Fidel$> .comment-link {margin-left:.6em;}

Da Vinci cubano

Este es un sitio desde donde puedes conocer y aportar de Cuba. Para crear en su haber el espacio de una amiga cubana

viernes, septiembre 29, 2006

Orlando Licea Díaz


Contradicciones

De vaivenes eres y la estabilidad te ronda
la fuerza del hábito te hastía
la comodidad te insulta
y el hábito feliz te inunda
temes, claro que temes
mandar al carajo lo que tienes.

Años has gastado en convencerte

que en realidad eres lo que jamás serás

(los demás han puesto bastante de su parte)

Más ¿qué importa?

si te decides o no

si vas o quedas

si haces o no haces

Esto no lo deciden las palabras
ni en códigos civiles está escrito

lo que ha de hacerse con nuestra intimidad
eso sí
a veces lo repleto está vacío

la compañía nos deja solitarios

el sexo practicado es un deber cumplido

la variedad es aburrida

todo va bien, todo está mal

Hasta que vamos al revés descubrimos

la estabilidad en el vaivén

el amor en la distancia

la independencia en el apego

la dicha en el dolor

la pureza en el pecado

y somos al fin

en el delito imperdonable de un instante

o de una vida

SENCILLAMENTE HUMANOS

Etiquetas:

miércoles, septiembre 06, 2006

José María Heredia

Me ha sido difícil escribir un fragmento del poema "Oda al Niágara" de José María Heredia. Me parece que dejo en ascuas la inspiración del poeta, la emoción de quien lo lee, o la mía que lo escribo. !En el poeta romántico se funden tantas pasiones!
«si algo satisface en la mayoría de estos (sus) poemas es que son expresión de una autenticidad a prueba de artificios, modas, dogmas y escuelas literarias», expresó el poeta Waldo González López en la revista Alma Mater llamado El peso de la Isla.
Aún hoy andan las letras creando suspensos y creaciones desde su intensidad, tal como el Heredia de Leonardo Padura. Gracias por tu semilla dicen La Patria, los amantes de la vida, los enamoradores y los más grandes descriptores.
Oda al Niagara
Templad mi lira, dádmela, que siento
en mi alma estremecida y agitada
arder la inspiración. ¡Oh!! ¡cuánto tiempo
en tinieblas pasó, sin que mi frente
brillase con su luz!... ¡Niágara undoso;
tu sublime terror sólo podría
tornarme el don divino, que, ensañada,
me robó del dolor la mano impía!
Torrente prodigioso, calma, calla
tu trueno aterrador; disipa un tanto
las tinieblas que en torno te circundan;
déjame contemplar tu faz serena
y de entusiasmo ardiente mi alma llena.


Yo digno soy de contemplarte: siempre
lo común y mezquino desdeñando.
ansié por lo terrífico y sublime.
Al despeñarse el huracán furioso,
al retumbar sobre mi frente el rayo,
palpitando gocé; vi al Océano,
azotado por austro proceloso,
combatir mi bajel, y ante mis plantas
vórtice hirviente abrir, y amé el peligro.
. . . . . . . . . . . .


Etiquetas: