De nuevo, José Ángel Buesa
Repito
en Buesa no porque no haya creadores que enamoran, que envuelven, que
nos llenen la vida, sino porque me enviaron este poema y este detalle
que quiero compartir.
Con Buesa ha pasado lo mismo que con Benedetti: no
les perdonan que hayan sido poetas de multitudes y lo que para "la alta cultura"
es mucho peor, de multitudes de jóvenes, sobre todo. Por mi parte defiendo a
Buesa como uno de nuestros grandes poetas, ¿que no fue grande todo el tiempo?,
tampoco Guillén, ni Lezama, ni Ballagas, ni Eliseo, ni tantos otros que
igualmente amo. Pero si quieren aprender lo que es un alejandrino conversado y
musical, lean a Buesa que hacía con el oficio lo que le daba la gana, y es que
él tenía bien en cuenta lo que muchos poetas olvidamos con frecuencia: el poema
se completa en el otro, es un bien común, nadie es su dueño absoluto.
Rafael Carballosa
Con la Simple Palabra
Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son del mar.
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son del mar.
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.
Con la simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.
Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mi es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque el no lo sepa, lo iluminan también.
siento que en mi es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque el no lo sepa, lo iluminan también.
Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás!
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás!
Jose Angel Buesa
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