Cuba guarda mi voto en esta elección. YGT
Cuando era una niña custodiaba las urnas con especial orgullo porque veía en los que votaban la responsabilidad de crear el Poder Popular que para ese entonces quizás me pareciera demasiado grande para mi tamaño.
Fui creciendo y desde diferentes miradas he conocido las elecciones tanto desde las cacareadas pugnas entre candidatos demócratas y republicanos en Estados Unidos, hasta las desvencijadas de muchos de los países de latinoamerica que no veían una luz en sus sueños.
Le llovieron dictaduras, mentiras, promesas y cuanta sirena cantó para ganar un voto donde hasta los muertos aportaban. Ya me contaban los abuelos de los sueños que no vieron llegar hasta 1959 en Cuba y de que muchas de esas historias, lejanas en la geografía, eran tambien parte nuestra porque tenían un sustrato común: el Imperio.
Ahora mi hijo hace guardia de honor a las urnas y nada tiene que ver con los militares, forrados hasta los dientes de armas, que vigilan las urnas de otros países ocupados, o engañados. Acá se vive desde la casa, entre familia, en el barrio porque quizás el candidato es alguien muy cercano que nos representará en la circunscripción. Y a ese y otros niveles crece el poder del pueblo.
Este año votaré por el que escoja entre vecinos de probada labor en diferentes frentes, preparado y joven o mayor. Sabrá que estaremos depositando la confianza de nuestros deseos de seguir haciendo Revolución, dando una queja o una sugerencia, y guardará mi voto como unica reliquia de poder, ser elegido por una cubana desde que cumplí los 16 años y hasta que mi salud me lo permita.
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