Nicolás Guillén
Un hombre que está llorando
con la risa que aprendió.
¿Quién será, quién no será?
¡Como te extraña la Habana, / Nicolás Guillén, mulato!
A mí no me suena a Letra Hispana Guillén, y sé que es Doctor Honoris Causa en Lengua y Literatura Hispanas, Poeta Nacional y lectura obligada de literatos e historiadores.
Pero Guillén me suena a más, porque se entrega desde el mestizaje o la métrica musical de su poesía más allá de las Antillas y de la hispanidad.
Cuba podría llamarse Nicolás Guillen y Nicolás Guillen no existiera si no existiera Cuba, ambos se fusionan.
El poeta nacional sabe que su obra servirá a la causa que defiende, cuando más alta calidad artística posea, por eso no quiso hacer poesía de cartel ni de pasquines, cuaja el poeta revolucionario en la más pura, recia y delicada de sus acepciones
Como en Elegía a Jesús Menéndez toma sobre las propias espaldas lírica la causa de los oprimidos, como en su Canto a Che Guevara presta su puño poderoso en definitiva presencia e inmortalidad y entrega una poesía que da miedo estético por el universo lírico que organiza y resume.
De “Mi son entero” crece a “Songoro Cosongo”; ya denomina con certeza una Cuba mulata, no blanca. Con Santa Bárbara de un lado y Changó del otro....cuericuerpos y almiprietos /más de sangre que de sol
pues quien por fuera no es noche, /por dentro ya oscureció...
Cuando La Habana olía a Mella, a Villena, A Alfredo López o a Rafael Trejo, al Guillen comprometido le nace “West Indies Ltd”.
Ya para “Elegía al soldado vivo”, como Cantaliso, él sabe que el mundo no anda bien y que existe el mecánico que puede componerlo, sin más el poeta del centenario, corre a España ensangrentada en guerra civil y se acepta comunista.Le brotan Elegías, o entona La paloma de vuelo popular, pero no envejece, es síntesis racial y política, ya no es individuo sino especie, la especie de individuo en que se convierte Nicolás Guillen no se da todos los días y a ocasiones, ni en todas las centurias.
. . . ¡ay Sra mi vecina,/ se me murió la gallina. . .!
De Ana Belén, a Victor Manuel, o en la acuarela declamatoria de Luis Carbonell o la fuerza poética de Alden Night se visita el juego rítmico de Guillen, que supo liquidar los abismos entre la lírica y la épica, la distancia entre el verso y la prosa.
Nicolás Guillen canta más que rima y pone el ritmo interno de montaje cinematográfico, aplica el versículo bíblico, juega con las esdrújulas, hermana el son con el cantar popular tradicionalista y evoca las imágenes visuales, aisladas y totales.
Yirian García de la Torre
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home