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Da Vinci cubano

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sábado, enero 06, 2007

Nicolás Guillén

Un hombre que está llorando
con la risa que aprendió.
¿Quién será, quién no será?

—Yo.

¡Como te extraña la Habana, / Nicolás Guillén, mulato!

A mí no me suena a Letra Hispana Guillén, y sé que es Doctor Honoris Causa en Lengua y Literatura Hispanas, Poeta Nacional y lectura obligada de literatos e historiadores.

Pero Guillén me suena a más, porque se entrega desde el mestizaje o la métrica musical de su poesía más allá de las Antillas y de la hispanidad.

Hay hombres que son folklore, pueblo; hombres que son como sus raíces y como anunciaciones del porvenir, hombres que tienen la risa del pueblo y lloran las lágrimas del pueblo, hombres que son síntesis de sus naciones.

Cuba podría llamarse Nicolás Guillen y Nicolás Guillen no existiera si no existiera Cuba, ambos se fusionan.

El poeta nacional sabe que su obra servirá a la causa que defiende, cuando más alta calidad artística posea, por eso no quiso hacer poesía de cartel ni de pasquines, cuaja el poeta revolucionario en la más pura, recia y delicada de sus acepciones

Como en Elegía a Jesús Menéndez toma sobre las propias espaldas lírica la causa de los oprimidos, como en su Canto a Che Guevara presta su puño poderoso en definitiva presencia e inmortalidad y entrega una poesía que da miedo estético por el universo lírico que organiza y resume.

De “Mi son entero” crece a “Songoro Cosongo”; ya denomina con certeza una Cuba mulata, no blanca. Con Santa Bárbara de un lado y Changó del otro.

...cuericuerpos y almiprietos /más de sangre que de sol

pues quien por fuera no es noche, /por dentro ya oscureció...

Cuando La Habana olía a Mella, a Villena, A Alfredo López o a Rafael Trejo, al Guillen comprometido le nace “West Indies Ltd”.

Ya para “Elegía al soldado vivo”, como Cantaliso, él sabe que el mundo no anda bien y que existe el mecánico que puede componerlo, sin más el poeta del centenario, corre a España ensangrentada en guerra civil y se acepta comunista.

Le brotan Elegías, o entona La paloma de vuelo popular, pero no envejece, es síntesis racial y política, ya no es individuo sino especie, la especie de individuo en que se convierte Nicolás Guillen no se da todos los días y a ocasiones, ni en todas las centurias.Puede escribir el Poeta Nacional impresionantes poemas internacionalistas y a renglón seguido, tomar la pluma como un niño.

. . . ¡ay Sra mi vecina,/ se me murió la gallina. . .!

De Ana Belén, a Victor Manuel, o en la acuarela declamatoria de Luis Carbonell o la fuerza poética de Alden Night se visita el juego rítmico de Guillen, que supo liquidar los abismos entre la lírica y la épica, la distancia entre el verso y la prosa.

Nicolás Guillen canta más que rima y pone el ritmo interno de montaje cinematográfico, aplica el versículo bíblico, juega con las esdrújulas, hermana el son con el cantar popular tradicionalista y evoca las imágenes visuales, aisladas y totales.

Al Guillen se le habla cada día, el del teatro, el de la poesía, el del libro, el de cuanta celebración le cante al pueblo o a la imagen del pueblo, a qué más sino también por este año cuando se celebre la Conferencia Internacional por su centenario del ocho al 13 del venidero julio en Ciudad de la Habana, esta, su capital.

Yirian García de la Torre

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